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Hilo semanal

Hoy presentamos un texto de la profesora Mónica Guatibonza, quien llega a apoyar a SinergYa durante los dos podcasts, que corresponden a El Mito de Sísifo.

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El mito de Sísifo o el arte de lo absurdo

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Por: Mónica Guatibonza Camero.

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La obra de Camus El mito de Sísifo, es la obra que marca gran parte de las reflexiones del hombre contemporáneo sobre la comprensión del ser, la vida y el mundo. Al respecto, sobre los escenarios que muestra la época, la incertidumbre y las dudas que sugirieron en su momento la filosofía, abrieron el camino para reflexionar sobre el tiempo, la cotidianidad, la existencia y la muerte.

Hablar de la temporalidad, es entender que las experiencias son fundamentales para dar sentido a la misma, y sobre ello, se comprende que en cuanto se pueda y deba hacer, la vida constituye un escenario de finitud y radicalidad del mundo en el que se habita, motivado por algún deseo propio del mundo, lo que podría traducirse a ese tiempo, en una palabra: cotidianidad (despertar, levantarse, ir al trabajo, afanes, tristezas, ir a dormir y de nuevo, despertar).

Esta sencilla construcción de la idea sobre la existencia del día a día va tejiendo una cotidianidad segura y llena de “verdad”, no obstante, no se escapa del momento donde muestra el peligro que trae consigo: la rutina fatal de repetirse, donde mañana será como hoy y así todos los días.  Aquí surgirá el agobio, la fatiga, el porqué de la existencia. “La sensación de absurdo a la vuelta de cualquier esquina puede sentirla cualquier hombre. Como tal, en su desolada desnudez, en su luz sin brillo, es inasible” (Camus, pág. 22). Preguntarse sobre la representación de una verdad que no corresponde a la existencia, Camus lo representa como el origen de lo absurdo y en él encontrar un reconocimiento del “sin sentido”, que constituiría el punto de partido de lo “irracional”.

Aunque no lo define de esta manera, sí lo manifiesta como el rechazo al mundo tal cual es, aparente de verdad y que solo desde el exterior es compresible, dejando ver el vacío que existe entre realidad y las experiencias que recoge el hombre sobre certezas que le brinda el mundo, es decir, un desconocido tanto de afuera como de sí mismo, mirada que en varias obras Camus hace referencia. A pesar de encontrar ese horizonte hacia la compresión de la existencia, aparece la paradoja de negar este mundo, pero sin aceptar escapar de él, ya que el hombre tiene un apego hacia el cuerpo, a la materialidad, a la humanidad que, en su mayoría, no desean abandonar. Lejos de querer abandonarlo, prefieren restablecer y continuar, transformando la vida en una “esperanza”. Al respecto dice Camus:

Asimismo, y durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva. Pero llega siempre un momento en que hay que llevarlo a él vivimos hacia el futuro: “mañana”, “más adelante”, “cuando te labres una posición”,” con los años lo entenderás”. Estas inconsecuencias son admirables, pues al fin y al cabo se trata de morir… Pertenece al tiempo y, en el horror que lo atrapa, reconoce a su peor enemigo. “(Camus, pág. 25)

La reflexión sobre el sentido, refiriéndose al tiempo, es justamente entender que somos temporales, es decir, que la experiencia del mundo es casi inherente al hombre por las mismas circunstancias en que se encuentra e incluso sin el no habría la posibilidad ciertamente de pensar.  Esta postura de la cotidianidad de la vida relacionada con la obtención de una racionalidad inagotable del hombre, siempre estará presente para dar razón al mundo y lo que lo compone, en este caso, por ejemplo, la aparición de una lógica de pretender construir verdad desde resultados lógicos como tecnología, los avances científicos y las destrezas que ha desarrollado en hombre para entender de manera racional la verdad, esperando avanzar en ese sentido en la vida. 

Considerar lo absurdo, es pensar que la realidad se muestra sorda a las preguntas que el hombre plantea y permanece en dolor. Un hombre que perdió el rumbo de las circunstancias de su realidad suspendido en un vació sin sentido. Sin embargo, la filosofía, abre la posibilidad a la lucidez de la mente y muestra que la conciencia es lo que da sentido de la vida, que tiene como propósito este texto mostrar.

Llegando a una reflexión prematura y muy superficial a lo que se quisiera en realidad hacer con este texto, es brindar la posibilidad de comprender el ejercicio de la filosofía no como lo contempla el autor, por el contrario, como lo sugiere el mismo estudio del pensar. Platón consideraba que el asombro es la disposición primera del conocimiento en un doble sentido: antecede al deseo de conocimiento y también lo posibilita desde el alma y el movimiento que surge de ella para querer llegar a la verdad. “el clima de la absurdidad está al comienzo. El final es el universo absurdo y esa actitud anímica que ilumina el mundo con una luz que le es propia, para que resplandezca el rostro privilegiado e implacable que sabe reconocer de él… El mundo absurdo extrae su nobleza, más que ningún otro, de ese nacimiento miserable” (Camus, pág. 23)

El asombro, el develarse, al manifestarse, puede incluso encontrarse como acto de lo sublime y bello en el encuentro consigo mismo, características propias del arte. Ahí, es donde se puede, incluso, restablecer el alma del hombre, pensado en posibilidad de enriquecer su existencia, “dar razones a razón, saberes al saber, sentidos al sentido”.  Por tal razón, lo absurdo es un arte.

 

Referencias bibliográficas

Los sentidos del absurdo: https://www.studocu.com/es-mx/document/universidad-autonoma-de-nuevo-leon/filosofia/los-sentidos-del-absurdo/42051688

Los límites de la teoría y las posibilidades del arte en el absurdo https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6907664

Albert Camus (2021), El mito de Sísifo, Colombia.

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